viernes, 22 de enero de 2016

DESTINOS

Alguna vez se abre al fin la puerta , entramos así en la estancia luminosa, tras tanto empeño, esfuerzo y entrega.
Y puede que nos creamos que lo merecíamos, que ya era hora.
¡ Somos grandes, el que lucha lo consigue, el que persevera acaba logrando el objetivo perseguido!
¡ Oh! sí, ahora que el logro se materializó, nuestras dudas se disipan y esgrimimos nuestra musculatura, nos mostramos imponentes.
Pero no te hinches ni te enorgullezcas. Las razones de que en algún momento los planetas se alineen en tu favor, no son necesariamente debidos a tu talento ni a tu trabajo ni a tu perfecta planificación.
Te ha llegado la hora, disfruta de tu suerte, da las gracias, coge impulso.
Y no te olvides de rezar.
Sólo oramos implorando para huir del dolor y el sufrimiento.
Reza para que el estado de bienestar no te haga insensible, ni fatuo, para que tus ojos sigan viendo más allá de tu propio horizonte.
Arrollídate ante el misterio del acontecer diario.
El destino bienaventurado es igual de sorprendente que el desgraciado, y adviene imprevisto.
La vida puede ser terrorífica y maravillosa, pero casi nunca es justa.
Los hilos que mueven nuestras vidas penden de un origen incierto que nada tiene que ver con nuestra pequeña lógica humana.

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