martes, 4 de julio de 2017

SOLITARIO PEREGRINO

Ese sentimiento de pertenencia, ser un soldado de un ejército con bandera, estar protegido por el grupo, rezar junto a otros feligreses bajo la bóveda del mismo templo, cantar el himno nacional con la mano en el pecho, pintar hermanado con otro grupo de pintores integrando el "ismo" oportuno.

¡Ah!, quien pudiera sentirse así arropado, miro mis pinturas y cada pincelada busca salirse de la fórmula trillada, quisiera nada más y nada menos que llegar al alma, al misterio del ser, fijar en un paisaje el movimiento leve de la luz. Camino huérfano y sin hermanos, por un camino siempre incipiente, miro hacia atrás y veo ya un rastro de muchos años, no hay peregrinos acompañándome, la soledad se expande, ni siquiera sé si voy en la dirección correcta, quizá sea yo el errante, el aislado, el caminante solitario que avanza ya sin objetivo, sólo existe el paso, siempre uno más, otro hacia delante, pintar una frente, pintar una mirada, dejar atrás ese ser humano que posó ante nosotros, pintar otro cielo, rezar en contemplación este milagro de la vida, este don misterioso que se nos ha brindado. ¿ Qué es ese otro mundo de las galerías y los críticos, qué es ese otro espacio del precio de las obras y el ganarse la vida con una vocación ?
Esta es una oración a ciegas, parece que el Señor no responde, permanece silencioso y en algún preciso momento nos envía un signo, una señal, esa que nos hace no desfallecer.
Soy un resistente.
Ya no importan las aclamaciones ni los aplausos ni las descalificaciones.
La soledad es ya una costumbre que no duele.
Humildemente contemplo el cuadro, y acto seguido vuelvo la mirada hacia la contundencia de la tierra roja, hacia el cielo ascendente, voy dejando atrás mi propio cuerpo, mis propias ideas, voy borrando las huellas de mis pinceladas, ya ni siquiera distingo el contorno difuso de mi propio perfil.

4 Julio 2017

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