martes, 1 de julio de 2014

EN EL RETIRO

Cuando acabo de pintar me voy con ella,  me encanta porque la hago reír,  me gusta porque es como ir de la mano con la alegría, la naturalidad,  hablamos de lo que sea, siempre sin solemnidad, sin disimulos; y el andar es ingrávido, recorremos Madrid, hasta que se hace de noche.  Caminamos por la calle del pánico y la inseguridad, luego subimos la cuesta de los locos y bajamos por la otra vertiente de los iluminados.
 Y nos sentamos en un banco; anoche Rembrandt nos guiñó un ojo, estaba meando al pie de un castaño gigante, en el Retiro.

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