lunes, 12 de diciembre de 2016

EL PÁJARO AZUL

Me puse mi chaquetón de lana y empecé a caminar, pues no sé hacia dónde se dirigían mis pasos, pero el cuerpo empezó a zozobrar en una especie de mareo, hasta que transitaba por una oscuridad
que tenía dentro una claridad que iba surgiendo a cada paso.
Escuchaba unas palabras que sabía eran claves secretas, así que dejé que mi cuerpo vencido se deslizara hasta el punto más bajo de dónde parecía surgir la luz.
Allí estaba la fuente.
Las palabras ya no se oían, solamente el rumor del agua resonaba rítmico y penetrante.
Un pájaro desconocido y azul voló rozándome la espalda.
Los árboles eran rojos y el cielo negro con unas estrellas que brillaban lejanas.
Me desperté como quien ha estudiado a fondo y tiene la confianza de que va a aprobar el examen.
No sé de que asignatura, ni para que servían aquellas claves descifradas.
El mareo ya había pasado y mi cuerpo había recobrado el control, ya dirigía mis pasos por un terreno cotidiano; tras aquella esquina estaba mi casa.
Escribí al dictado aquellos aforismos de verdades sagradas, pero ya no tenían el mismo sentido, la tinta parecía transparente e invisible.
Pude hacer tres crucigramas sin ninguna dificultad.
Encontré el reloj perdido que creía me habían robado.
Me hice un lazo nuevo en los cordones de mis zapatos, y los dos lados permanecían con el mismo largo.
Saber o no saber, tampoco parecía importar demasiado.
Había en aquel hogar un rastro de azúcar y de sangre.
Y por la ventana voló el mismo pájaro azul, lo vivido no había sido un sueño.

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