viernes, 8 de junio de 2018

VIEJO PRODIGIO

Pintar con la parte original, pintar desde el primer impulso, pintar olvidando todo lo leído, todos los cuadros vistos, todo lo adquirido.
Ya en el umbral de la última parte de la vida, activar la espontaneidad, la ilusión primera, el juego mágico, pintar con el corazón, con el ritmo perfecto del latido sano, huir de la parálisis técnica, del sobre análisis, dejar que sea el propio cuadro el que te lleve en volandas hasta la sabiduría del viejo que nunca jamás perderá la ilusión del niño.
En casi todo se va perdiendo, mas en la pintura se va creciendo hasta llegar al viejo prodigio.
Casi me da vergüenza reconocer la felicidad del silencio en el Estudio, el estado de gracia que llega tras horas pintando, la eternidad y la cercanía del misterio, el juego sagrado de la imagen creada, del hombre que deja su huella y el temblor de su incertidumbre.
Y como en un sortilegio, acaba sellando su testimonio rotundo, su asidero y su fe.

No hay comentarios:

Publicar un comentario