jueves, 13 de agosto de 2015

VAPOR

En el despegue fue cuando lo dijo, que ya nunca sería igual que antes.
Como si todo no fuera eternamente nuevo.
Se esfuman las cosas entre nuestras manos.
Todo esto es verdad y es mentira.
Porque lo vivido sigue en nosotros.
Porque el hambre está ahí,
y la sed,
y el anhelo del absoluto.
Dios no está en los templos, ni en las cruces.
Podrán quemar todos los maderos y las iglesias,
pero Él seguirá eternamente.
No me gustan las cercas, ni las fronteras, ni los marcos de las ventanas.
Descansa mi vista en los ilimitados cielos,
en los horizontes sin fin,
pero nadie va a negociar con mi necesidad.
No me gusta la sabiduría enlatada.
Ni los sabios con su barba blanca y su túnica solemne.
Me gustan las mujeres fuertes que se pasan todo por el forro de sus faldas,
y cuando digo todo hablo de nuestro sentimentalismo, nuestro oro, nuestra mierda.
Y nos hacen ver que todo eso es nada.
Al final el agua resbala por la cara, evaporándose .
Y queda el frescor que no se puede guardar en los bolsillos.

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