martes, 26 de abril de 2016

SOLTAR AMARRAS

Bajó el temido ángel y tuvo su conversación con la persona concreta.
Hubo un intercambio de papeles, el ángel llevaba un tiempo caminando por aquí abajo y le había ido cogiendo el gusto a la tierra. La persona quería descansar ya, pero la hora de nuestra partida no se elige.
Y el ángel sabía que no podía alargar mucho más tiempo su misión aquí en la tierra.

Así que el que se tenía que ir, quería permanecer ; y el que se tenía que quedar, ansiaba la partida.

Había amado con toda su pasión.
Había entregado a su vocación toda su energía.
Había llegado a vislumbrar, en algún segundo fugaz, el verdadero milagro.

Aún así, es difícil soltar amarras.
No se aprende a morir, sólo podemos aprender a vivir.
Y se gasta una vida en ello.

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