martes, 16 de enero de 2018

SIN CARETA

En algún momento todo se puede desmoronar, lo único seguro es la fugacidad de las cosas,  la misma esencia en todo lo vivo, el gran misterio de como desaparecemos, de las nubes pasajeras, del perfume marchito de las flores, de la muerte de los seres queridos, de la muerte en vida de los afectos.
Que pesadilla descubrir una nueva cara inesperada y decepcionante de alguna persona cercana.
Eso también es una muerte.
Un trago amargo.
Se sigue viviendo, se cambia de ruta, alteras las costumbres.
Y se aprende a vivir en el desapego.
Quizá la tristeza marque un nuevo surco en la frente, o cambie levemente el rictus de la boca.
Y hay que volver al centro de uno mismo, allá donde nada es tan grave, y solo importa...no, no,no lo voy a nombrar.
Lo sagrado no tiene límites ni puede ser definido con palabras o medios humanos.


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