miércoles, 31 de diciembre de 2014

CUADROS TERMINADOS

Ver una pintura recién terminada, decidir cuando se ha acabado, no es un asunto fácil. No es que sea difícil saberlo, es que siempre hay alguna parte del cuadro que podría ser mejor.  Muchas veces, se corrige esa parte y la totalidad se resiente, el cuadro no ha crecido, ha perdido  algo. Es un lenguaje extraño, un idioma sin palabras el que se establece entre el pintor y su lienzo. Cuando en el cuadro hay presencia y armonía, es mejor apartarse, dejarlo reposar en el estudio. Y cuando crees que la pintura es muy buena, hay que reírse y someterse a pruebas distintas, cambiar los espacios, dar la vuelta al tablero o al lienzo, el cielo en la tierra, la pintura boca abajo, la cabeza invertida, el cuadro frente al espejo. Y entonces tú vuelves al lugar que te corresponde: Eso no era tan bueno,  el verdadero milagro se escapó como siempre, la pieza no fue cazada, hay que volver a subirse el cerro, atravesar el bosque,  mirar de nuevo ese rostro, llegar a rozar con nuestra cabeza la nube que cubre las peñas altas...  Regresar al hogar con las manos vacías.

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