Una hoja amarilla, la cornicabra roja, las laderas del cerro de Layos cada vez más boscosas de chaparros, las piedras planetarias, las perdices arrancando, el águila real arriba en las peñas de la cumbre. El viento del norte en la cara, el aire limpio, la vista panorámica del valle verdeando de trigo y cebada. Aquí todo transcurre de verdad. Lo demás parece una broma de mal gusto.
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