jueves, 30 de octubre de 2014

PIEDRA SOLA

 La gran piedra había pertenecido al Cerro Negro, una montaña de La Pampa. Era la última roca, la que se recortaba contra el cielo en lo alto de la cumbre. En una tormenta salvaje, un rayo resquebrajó la roca. Fue así como se desprendió, y descendió rodando por toda la montaña, y siguió hasta quedar de pie, erguida y solitaria, en la inmensa explanada de La Pampa, justo a la orilla del camino. Tenía once metros de altura. Bajo la gigantesca peña, los pastores se sentaban en la sombra, y se protegían del sol, mientras cuidaban el ganado. Los caminantes, hacían allí su parada, las mujeres encendían la lumbre para cocinar sus guisos. La vida acontecía alrededor de aquel gigante. La roca había pasado de ser paisaje, a ser útil.
Se lo escuché contar al gran Atahualpa Yupanqui.

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