martes, 15 de septiembre de 2015

EL OTRO

No entendía por qué el trabajo diario no le daba resultados, la vulgaridad se le acumulaba persistente, capa tras capa de óleo, era como entrenar lo fallido.
Y sin embargo, cuando visitaba a su colega pintor,( que deambulaba por las calles y cerraba el estudio durante días seguidos, como si no le importara su oficio, sin ánimo de exponer ni mostrar su obra), entonces, frente a los cuadros de su amigo, clamaba contra la injusticia del destino, aquellos cuadros del otro estaban tocados por la gracia, y eso era así, inapelable, inexplicable, allí estaba el temblor de la verdad, la humilde majestad de la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario