miércoles, 2 de septiembre de 2015

SIN TÍTULO

El éxito suele estar indisolublemente unido al esfuerzo y a la voluntad, por eso es tan valorado. Pero hay miles de voluntariosos y esforzados que jamás conocen la victoria.
Lo esencial está, sin embargo, a la vista de todos, están las estancias abiertas, la vida misma es un presente, los cielos azules, la belleza que nos rodea.
La verdad suele esconderse, pura, en el corazón de los desheredados, el dolor limpia el alma de telarañas y de espejos, la pesadumbre te lleva naturalmente al desprendimiento del sufrimiento baldío. El amor verdadero está casi siempre más allá, no tiene adjetivos, o sería mejor decir que ignoramos si el balazo recién recibido nos quema o nos hiela la sangre.
El amor es invulnerable, ajeno a cualquier padecimiento, recibe sin límites, deja ir sin límites, acepta sin límites. Trasciende la frontera de la propia carne.
El éxito, sin embargo, no desencadena su propia depuración , es leve, grácil, acaricia, reconforta, llena las paredes de diplomas, de menciones honoríficas, uno puede llegar a creerse dueño de su propio destino, fuerte y poderoso.
Pero eso ya fue ayer.



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