viernes, 13 de febrero de 2015

CIELOS AMARILLOS DE MADRID

Siempre me ocurre lo mismo, cuando siento la gran decepción, paseo por el río y miro hacia arriba, el cielo está cruzado por bandadas de grajillas, por los azulones, los  cormoranes y las gaviotas, palomas torcaces, estorninos, las cotorras invasoras, algún zorzal, y es aquí en Madrid, en la rivera del Manzanares.
Cielos amarillos del atardecer, el mal no es una pesadilla, es tan real, es un hecho, y trae sus penosas consecuencias.
Pero este cielo dorado, diseminado de aves, me devuelve a la otra vida, a la belleza incesante, dos cigüeñas caminan tranquilamente por la orilla del carrizo, no levantan el vuelo al verme pasar en bicicleta.
Y yo sigo dando pedales y susurrando mi oración.

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