miércoles, 25 de febrero de 2015

VAGABUNDOS

En algún momento todo vuelve a ocupar el lugar justo, lo que parecía el fin del mundo se demostró que no lo era. Y la vida se renueva a si misma, quizá ya no con el mismo ímpetu, el asombro va disminuyendo, se ha vivido ya tanto.
La vanidad se va quedando por el camino, el ego también, uno se va haciendo esencialista, sólo queremos estar en lo que intuimos es nuestra verdad, lo demás es un peso añadido, casi sobran la ropa y los zapatos, sentir la arena en tus pies y el mar en tu cuerpo, la brisa en la cara y los rayos del sol en la piel. Y esperar a que llegue el silencio de la noche, y en la espiral de tu propia vida giren los vivos y los muertos, los cielos y las tierras queridas. Y saborear un nuevo amanecer, y sentir que sigues vivo y tu corazón sigue en el mismo lugar, ya sin llorar, ya sin necesidad de aplauso, ya en si mismo. Los mismos ojos, ¡ah!, la misma luz, esa melancolía del que fue expulsado de su paraíso y encontró una tierra de nadie por la que transitan los queridos hermanos vagabundos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario