miércoles, 4 de febrero de 2015

FUNANBULISTAS

No sólo el cantante que sale al escenario siente pánico. También el escritor ante la página en blanco y el pintor frente al lienzo. El cantante está urgido por el escenario, el público espera, no hay más remedio que salir. El escritor se puede demorar, el pintor cerrar el estudio, cuantos lo van dejando para no volver jamás. Mirarse en el espejo de la propia obra es muy duro, otros no abandonan pero necesitan estimulantes, estupefacientes,  meterse un chute de auto afirmación, creérselo.
He conocido algún pintor muy ufano de si mismo, se creía guapo, genial, talentoso, hacía una pintura cursi, pretenciosa, no hay nada menos elegante que querer serlo y dictar lecciones. En verdad era un estúpido con algunas dotes y muchas carencias.
Lo que más abunda en nuestra tribu de artistas es la mirada adolescente, ese sentimiento de equilibristas sin red, esa mirada de náufragos en busca de alguna isla cálida y fértil.
Los hay ensimismados, los hay renegados y desertores, los hay camaleónicos y también están los reptiles trepadores.
Los mejores se tropiezan de vez en cuando, aunque acaban traspasando los objetos sólidos, no suelen ocupar lugares visibles, pero están ahí, como el rumor del viento, como el polen en el aire, como el liquen en la roca, como el perfume en la flor.

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