martes, 19 de mayo de 2015

LOS INVISIBLES

Servía las mesas del bar, era ya tarde y estábamos pocos en el local, así que salió fuera a fumarse un pitillo. El pelo corto en la nuca y disparado encima de la frente como si hubiera metido los dedos en un enchufe, a la manera de un dibujo animado. Los rasgos muy finos, la delgadez acusada, los pantalones vaqueros desarrapados, una mujer -chico, me recordó a Hillary Swank en "Boys Don´t Cry”. Cuánta ternura bajo el disfraz. ¡Cuántas historias de afirmación personal!: -Aquí estoy yo-, eso decía tímidamente en su forma radical de presentarse.
La manera de moverse, de hablar, de mirar y de vestirse, la necesidad de pertenecer a una tribu o de rechazarla, la rebeldía o la sumisa obediencia, cuanto tiempo se gana y se pierde a la vez hasta que uno llega a si mismo, y ya no importa el subrayado, sino sólo la verdad silenciosa, la belleza, la sencillez de saber que todos somos vulnerables.
Pero en cualquier caso esto de vivir es un viaje y a mi me gustan todas las etapas.
La juventud es creativa.
Aunque debería decir, si soy honesto, que prefiero a los jóvenes rebeldes. O como me dijo Pedro ayer, él, deportista de élite, a los guerreros pacíficos.
Aprendo de mis hijos.
Los quiero tanto. Lo mejor viene siempre por detrás.
Y me encanta mirar a los invisibles, esa gente a la que nadie quiere ver, como a Brandon Teena, ese ser con el cuerpo equivocado que sólo buscaba amor y encontró odio asesino.
Yo soy, tú eres, yo creo, tú crees, tira todo eso a la basura, y mira sólo si eres capaz de amar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario