viernes, 27 de marzo de 2015

SUBTERRÁNEO

Lo subterráneo está presente en mi de una forma constante, no sólo son las raíces de los árboles, las corrientes profundas del agua, las lombrices y los topos, los grillos y sus cantos, la sangre que me alimenta y el corazón que me impulsa. Está ese otro flujo que dirige mi vida, ¿ por qué me siento atraído por un tipo de personas, qué me mueve a vivir a mi manera y no a la convencional, qué es esa fuerza superior que me aparta del sentido común y me hace caminar por el otro camino, por el que no está alumbrado, por el que curvea cuesta arriba? Es esa urdimbre que sostiene todo lo visible, ese esqueleto que estructura todo lo vivo, no es necesario hacerse una herida para ver el hueso, sólo excavamos la tierra cuando se seca el manantial.
Esta mañana he abierto el libro de un poeta consagrado, un hombre sabio y anciano, con todos los premios literarios en su haber. He leído su último poemario al azar y ahí estaba ese título: Lo subterráneo. Sus palabras rebuscadas para huir de las que usamos cotidianamente, te hacían sentir pequeño, parecían decirte-“ Mira como escriben los elegidos”-.
Y curiosamente esa brillantez era un velo que enturbiaba el significado de las palabras.
Al final no he cogido ese libro, he sentido un rechazo, la soberbia no es una compañía agradable, prefiero la transparencia del agua y de la brisa, la claridad sencilla de las palabras primeras.
El altar barroco recubierto de pan de oro nos aparta de la oración susurrante, nos aleja de la otra luz, la que ilumina aún con los ojos cerrados y vueltos hacia adentro, sí, hacia las corrientes subterráneas y germinales, tierras húmedas y fértiles en donde nace la vida.

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