miércoles, 18 de junio de 2014

PLENITUD

Que misteriosas fuerzas ocultas están en nosotros y trazan con mano maestra nuestro andar por el camino. Somos nosotros los que nos condenamos y los que nos salvamos. Nadie tiene poder sobre nuestro ser auténtico.
La vida es inmensa y nos envuelve, es mejor asumir todos los hechos con sencillez y vivir con alegría y determinación. Aunque no los entendamos. Son inapelables y están ahí, mejor abrazarlos.
 En periodos de incertidumbres, cuando llegan las encrucijadas, hay que recurrir a la sencillez de lo que es. Y ahí está la verdad desnuda.
 Como en la pintura. Ir de trazo en trazo hasta llegar a lo que hay delante de los ojos. No enfatizarlo, ni acentuarlo, no pensar que un ojo es genérico, olvidarse de los nombres, verlo como si fuera la primera y última vez.
Y así la pintura se convierte en búsqueda y encuentro, las dos caras de la misma moneda, la luz y la sombra, la alegría y el dolor, sin preferencias, sin alaridos, sin lloriqueos; Contemplar en acción, rezar sin pedir para uno mismo, porque orar es mirar a lo que es sin juzgar,  no hay ya metas, es la pincelada integral que ansiaban los pintores chinos, la oración total, la asunción redonda donde un cm cuadrado es infinito y un segundo está lleno de eternidad.

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