domingo, 18 de enero de 2015

EL HOMBRE SIN ROSTRO

"Siempre hay una cara que no puedo ver, que sigo echando de menos, allá a lo lejos, donde termina la multitud”.
El actor de las películas épicas y violentas, el actor comercial,  cuando dirigió su primera película  hizo algo sorprendente: El Hombre sin Rostro.
 Tiene Mel Gibson , después de esa obra,  otra dimensión, un nuevo rostro desvelado, ya está entre los hermanos mayores, esos que en algún momento impulsan, iluminan, saben decir la verdad dolorosa, revelarla en su dureza, profundamente triste y bella, como la vida misma, amarga pero rutilante, la verdad latente. La inmensa vida, la otra, ensalzada. La del otro margen, la del lado oscuro, la expulsada de los paraísos. La vida inolvidable, la que te hace gritar, la que te hace apretar los puños, la que te hace dar el salto, la que te hace cruzar las fronteras personales, dejando atrás las convenciones vociferantes, los papeles vacuos, la mediocridad aplastante.
“Allá a lo lejos, donde termina la multitud..."

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