martes, 27 de enero de 2015

PEQUEÑA MEDITACION

Un día cualquiera te pones tu ropa favorita y la camisa está rota, los puños y el cuello gastados.
Lo único que permanece inalterable es el nuevo día, los cielos cambiantes, los árboles en movimiento enraizados en la tierra. El tiempo sólo pasa cuando miramos el reloj, cuando las rutinas dominan nuestra vida, cuando estamos distraídos, cuando caemos en la trampa de las cifras, de los cuartos de hora.
Cuando estás amando el tiempo no existe, cuando regateas y corres veloz con el balón, el hombre y el niño se funden en la misma figura, cuando subes el puerto, cuando pintas la levedad de los cielos o los ojos te miran y tu pintas al ser de enfrente.
Puedes dedicar media hora por la mañana, justo cuando el sol está saliendo, para vaciar la mente de tu propia basura : respira hondo,  siente como circula la sangre por tus venas, como entra el aire y la vida en tus pulmones, y como expiras  y te desprendes de todo.
Se puede ir corriendo y puede que estés ya muerto y atontado.
Se puede estar quieto y estar inmerso en el movimiento cósmico.
A los cadáveres les crecen las uñas y el pelo.
Las apariencias nos confunden, lo que ves con los ojos no es siempre la verdad.
Grandes cuadros se hicieron cerrando los ojos para no ver solamente lo de fuera.

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